**Fernando Pessoa**
Si algún día alguien dejase de encontrarme ridículo, yo entristecería al conocerme, por esa señal objetiva, en decadencia mortal.
No: no quiero nada.
Ya he dicho que no quiero nada.
¡No me fastidiéis, por amor de Dios!
¿Me queríais casado, fútil, cotidiano y tributable?
¿Me queríais todo lo contrario, lo contrario de lo que sea?
Si fuese otra persona, os daría gusto a todos.
Así, como soy, ¡tenéis que aguantaros!
¡Idos al diablo sin mí!
¿Por qué habíamos de irnos juntos?
¡No me cojáis del brazo!
No me gusta que me cojan del brazo. Quiero ser solo.
¡Ya he dicho que soy solo!
¡Ah, qué fastidio querer que sea de compañía!
Benditos los que no confían su vida a nadie.
Para el experto navegante el mar oscuro es ruta clara. Tú, en la confusa soledad de la vida, elige por ti mismo (no te fíes de otro) el puerto.
**William Faulkner**
¿Qué opina de la función de los críticos?
Un artista no tiene tiempo para escuchar a los críticos. Los que quieren ser escritores leen reseñas. Los que quieren escribir no tienen tiempo para leer reseñas. El producto del trabajo del crítico no va dirigido al artista. El artista está por encima del crítico, pues éste no entra en acción hasta que aquél escribe algo. El crítico, sin embargo, escribe algo que puede interesar a cualquiera menos al artista.
¿No siente la necesidad de discutir su trabajo con nadie?
No, estoy demasiado ocupado escribiendo. Lo que escribo tiene que agradarme. Cuando me agrada, no necesito hablar de ello con nadie; y cuando no me agrada, hablar de ello no me va a ayudar a mejorarlo, puesto que la única forma de mejorarlo es seguir trabajando en ello. No soy un hombre literario, sólo un escritor. Las tertulias no me proporcionan ningún placer.